apagarse
irse consumiendo lentamente,
encogerse hasta no saber
por donde empieza o termina
éste dolor que nos devora las entrañas,
ésta profunda herida que nos tiñe la piel
con su suave canto de aves cárdenas...
Sólo queda esperar a que termine de llegar la oscuridad
que se pasea lentamente ante nuestros ojos,
esperar a que el mareo y las náuseas nos eleven lo suficiente
para creer que hemos emprendido el viaje a ninguna parte...
Estampados contra el piso
aguardando
a que la nada
se cierna
sobre nosotros...
Frío y calor
lejos, cerca
bailar o una ligera convulsión
ya todo empieza a parecer
lo mismo.