Yo le recuerdo con el cuerpo difuso
silueta lánguida sorteando mis olas
callado y ciego hacedor de todos mis estallidos
fiel combatiente de guerras ya perdidas
una y otra vez,
junto a mi pecho
se dejó caer.
Yo le alimenté con mi aliento
me hizo fuerte
y aprendí que las palabras más difíciles
salen solas
una vez que el amor las empuja a oscuras
justo hasta la comisura de mi boca
y tal vez ya no había que decir nada
si dejaba que su lengua se adelantase.
Le recuerdo cotidiano
indeciso, torpe, volátil
demasiado salvaje
nada especial por aquella época.
Y me recuerdo a mí
terca e idiota como siempre.