No dejes que me vaya.
Átame fuerte a tus ritos y convicciones
de guerrillero ansioso del amor.
Que no se acerquen más fantasmas a mis ojos
ni cabalguen en mi pecho sus batallas
de otras vidas ya tan lejanas...
Téjeme con tu voz el velo último
que cubra mis heridas cansadas
del rostro salado,
la lluvia triste.
Reténme, por favor,
Me estan alcanzando los pasos extraviados
y debes saber que fuera de tus brazos
yo ya no quiero correr.