Qué suerte la tuya que mi amor no te duele
y puedes ser todo lo feliz que quieres
ahora que me has olvidado para siempre.
Afortunados tus ojos que miran al mundo sin verse
afortunadas tus manos que reparten caricias sin dañarse
afortunada tu boca que habita otras bocas
afortunado tú que te llevas invariablemente contigo
y no tienes que reclamarte cada instante que pasa sin saberte
Qué suerte la tuya que ignoras la punzada de un corazón herido
y portas la espada sanguinaria que embiste y agrede.
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