lunes, noviembre 1

JJ parecia ser un niño normal ante la mirada de los demás. No tenia nada en especial, salvo sus ojos desorbitados en combinación con su sonrisa de loco y su extrema delgadez.

Siempre aparecia en el parque a la hora de jugar y aunque nadie sabia bien dónde vivía, la sensación para todos en el barrio era como si él siempre hubiese estado ahí, inclusive antes de nosotros.

Era el mejor para correr y si se trataba de esconderse no había quien le encontrase. Hasta el día de hoy su escondite secreto sigue siendo uno de esos misterios sin revelar y a menudo pienso que quizás su éxito se debía a que muy en el fondo no queriamos encontrarle por la magia colectiva de creer que se habia desvanecido.

Recuerdo la primera tarde que llevé a JJ a casa a merendar mi madre le preguntó a qué nombres correspondían sus iniciales, él haciendo un gesto de desconcierto respondió que a ninguno, Simplemente Jota Jota. Así era él, natural y espontáneo como su nombre o como aquellas historias que contaba escarbadas entre el limite de su realidad y fantasia pero que nos juraba haber visto o escuchado.

Alguna vez quise ser como JJ, podia quedarse jugando hasta muy tarde, no tenia que hacer tareas porque contrario a su edad no iba a la escuela, trabajaba en las calles vendiendo de todo un poco como él mismo decia. Si, alguna vez quise ser como él y muchas otras rezaba para que fuese él como yo.

Esa misma tarde y luego muchas más mi madre me preguntaba dónde vivía JJ. La respuesta siempre era la misma: - En la esquina.

¿ Cual ? -replicaba ella.

- En todas mamá ...En todas.

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